jueves, 1 de julio de 2010

UN AÑO ESPERANDO EL CAMBIO

El 1 de julio cumple un año en la Presidencia de la República Ricardo Martinelli y su Alianza por el Cambio, pero de cambio lo único que ha habido es el de las figuras, ya que los problemas que aquejan al pueblo panameño no sólo siguen igual sino que se agravan. Las promesas de un futuro mejor, no pasaron de propaganda electorera, y no podía ser de otra manera dada la esencia empresarial del actual gobierno.

Para celebrar su aniversario, el presidente Martinelli le ha ofrecido dos “regalos” al pueblo panameño: el aumento del ITBMs al 7% y la reforma al Código de Trabajo, por la cual se pretende destruir el derecho a huelga.

La primera medida servirá para financiar los programas sociales, como “ 100 a los 70” y las mochilas escolares, los cuales paga la clase media con una tanda de nuevos impuestos, de los cuales el aumento del ITBMs es el principal. Mientras que las grandes empresas y potentados gozan de convenientes exoneraciones impositivas y reducciones a su impuesto sobre la renta.

La segunda medida, la reforma al Código de Trabajo, servirá para hacer más ricos a empresarios, como el propio presidente y varios de sus ministros, que verán reducidos los salarios que pagan a sus trabajadores, aumentando la explotación del trabajo. Los asalariados verán cómo se profundiza el deterioro de sus ingresos, que ya viene de perder un 30%.

Al igual que los gobiernos anteriores, se pide sacrificio a la clase trabajadora para supuestamente fomentar el empleo, pero no es cierto, pues la mitad de la fuerza laboral sigue sumida en subempleo o desempleo abierto. Situación que a su vez sirve de caldo de cultivo a la delincuencia y la violencia social, gran fracaso del gobierno de Martinelli, que ha visto crecer la ola de robos y asesinatos, pese a una legislación más represiva y un discurso facistoide.

La atención de salud va de mal en peor; el problema del transporte sigue en el papel, pero el Metrobus ya anuncia que costará mucho más caro a los usuarios; la “nacionalización” de los Corredores Norte y Sur se convirtió en un negocio a costa del erario, pero nada de peajes gratis prometidos. Los indígenas, como los Nasos, siguen sufriendo el robo de sus tierras, tal como en el gobierno anterior. Continúa el proceso de destrucción de ambiente con nuevas concesiones mineras.

Podríamos continuar listando un rosario infinito de problemas que siguen sin respuesta, pero la conclusión es que el gobierno de Martinelli es “más de lo mismo”.

Si queremos un “verdadero cambio” hay que construir un partido político de los abajo, de los trabajadores, gremios y profesionales que conforme una fuerza política, distinta a los partidos tradicionales, que sea capaz de levantar un proyecto de nación panameña en que impere la equidad, la justicia social, los derechos humanos y democráticos y respeto a la naturaleza. El Partido Alternativa Popular es el embrión de ese proyecto político y ya lo estamos construyendo.

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